EL GRAN ESTILO SINIESTRO

El pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes, y el honor de éstos se interesa en que todos conozcan la execración con que miran aquellas reservas y misterios inventados por el poder para cubrir los delitos” publicó hace exactamente 210 años. Abogado, periodista y político, fue uno de los principales ideólogos y promotores de la Revolución de Mayo y posteriormente integrante de la Primera Junta en el cargo de Secretario. Ferviente admirador del Contrato Social de Rousseau, impulsó en sus cortos 33 años de vida los ideales de igualdad y libertad. Entendía que la única forma de combatir el analfabetismo era democratizando el acceso a la información y la educación. Hoy 7 de Junio, se celebra en nuestro país el Día del Periodista en conmemoración a la fundación del primer periódico nacional La Gazeta de Buenos Ayres, en manos de Mariano Moreno.


Evidentemente desde aquella publicación de 1810 a la fecha, la Argentina ha cambiado bastante. La Gazeta fue creada con el propósito de divulgar a toda la población los gastos de tesorería de la administración pública. Pero al igual que en otras partes del mundo, el periodismo también tuvo un origen ideológico. Con el paso del tiempo, las sociedades fueron sintiendo la necesidad de debatir ideas, difundir sus opiniones y relatar los acontecimientos de interés general. Ya no bastaba con juntarse en una plaza, había que dejarlo por escrito. Tenía que llegar a todos. Y fue a partir de ese momento donde murió la objetividad, o quizás nunca existió. ¿Por qué deberíamos despolitizar al periodismo?


La política no es más que la suma de ideales que confluyen en el pensamiento y la formación de un ciudadano, identificado por un movimiento o partido. La ideología atraviesa a las personas, no es algo que se pueda elegir. Tanto el gobernante que decide aumentar los impuestos, como el empresario que los evade y el comerciante que incrementa los precios; están haciendo política. Creer entonces que en el Siglo XXI los medios anhelan la neutralidad, es tan incrédulo como naif.  El debate no es ése. La discusión real que debemos darnos es: ¿Qué intereses tienen que representar?



Los del pueblo. El rol de los comunicadores no puede nunca estar sujeto a ambiciones personales. No interesa tanto la verdad como fin, porque siempre está plagada de subjetividades. Lo que debe primar es la honestidad y la fidelidad en la búsqueda de la misma. Pero lamentablemente desde el momento en el cual fueron absorbidos por el establishment, convirtiéndose en oligopolios, la verdad se vio adulterada. Y pasaron a representar los intereses de los grupos de poder más dominantes. De no ser así, ¿Por qué Macri decidiría a los pocos días de asumir, modificar la Ley de Medios con un Decreto de Necesidad y Urgencia?


La literalidad de las palabras a veces expresa más de lo que creemos: necesidad y urgencia. Ningún mandato hubiera podido iniciar un plan de ajuste sistemático sin un blindaje mediático mediante. Quienes insinúan que las decisiones recaen única y exclusivamente en los gobernantes; desconociendo la importancia de los grupos empresarios, las corporaciones mediáticas, los sindicatos, la Iglesia, entre tantos otros; no hacen más que ser funcionales a los recién mencionados. Ya ningún país se administra como los viejos imperios en los cuales las decisiones se concentraban en un monarca y bastaba con degollarlo para ocupar su lugar. ¿Son entonces el cuarto poder?


No, definitivamente ya son el primero. Omnipresentes en la televisión, la radio, los periódicos, los portales de noticias y las redes sociales. Capaces de invadir el inconsciente colectivo con fakes news y modificar la conducta de las personas, conspirando contra la salud. Aprovechándose sin piedad alguna del desgaste psicológico de la cuarentena para fogonear su incumplimiento. Sin argumentos sólidos, pero con el claro objetivo de erosionar la imagen de un Gobierno. Defendiendo el patrimonio de los 10 mil tipos más ricos, machacando una ley de impuesto a las grandes fortunas mediante la cual se podría aumentar la asistencia social o comprar más respiradores, por ejemplo. ¿Cómo se batalla en una guerra tan desigual?


Decía Karl Marx que la peor lucha es la que no se hace. Y pese a que claramente estamos en desventaja, no debemos doblegarnos. Porque también están los que ejercen con mucho orgullo esta hermosa profesión y merecen ser justamente reconocidos. Pero la grieta llegó al periodismo, y no es entre peronistas y antiperonistas o entre keynesianistas y neoliberales. La grieta es entre los esclavos del sistema y los vasallos del poder. Esclavos, aquellos que no tienen la masividad necesaria para desarrollarse independientes. Y vasallos, los que traicionan su honestidad intelectual a cambio de un rédito económico. Mientras tanto, como expuso el Indio Solari en la misma canción que dio título a esta nota, seguiremos atrapados en libertad.



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