LA ODISEA DE LOS GILES

 Y si en 2023 al Peronismo le tocase perder las elecciones, que sea porque no supo reactivar la Economía y no porque los familiares de las víctimas le reprochen que priorizó el bolsillo por sobre sus seres queridos. Que el grito sagrado brame: ¡Salud! ¡Salud! ¡Salud!”. Con estas palabras concluí mi última nota siete semanas atrás. Jamás imaginé que al día siguiente iba a vivir uno de los momentos más angustiantes de toda mi vida. Una persona cercana dio positivo de coronavirus y tuvo que ser internada con respirador mecánico dada la gravedad del cuadro. La situación demandó también que por ser contacto estrecho, deba confinarme con mi novia por precaución. En el medio demasiado estrés y no mucho más por hacer que consolarnos mutuamente mientras esperábamos el parte médico diario. El tratamiento con plasma convaleciente dio sus frutos y gracias al sensacional trabajo de los médicos del Hospital de Clínicas José de San Martín, todo salió favorablemente. Pero durante este tiempo, lo que me permitió conciliar el sueño fue saber que podía estar tranquilo conmigo mismo. Había defendido la cuarentena.

En aquella publicación (y perdón por ser autorreferencial) intenté dilucidar el dilema entre Salud y Economía. Aportando algunos datos concretos para tratar de evidenciar que la crisis es producto de la pandemia y no de la cuarentena. Y que el único objetivo que debemos tener moralmente en nuestra sociedad, es el de lograr que la tasa de mortalidad sea lo más baja posible. Pero como me diría un querido amigo: “vos le tirás datos y ellos te contestan con anécdotas”. Y resulta tan cierta esta frase, que pudimos cotejarlo fácilmente en la manifestación del último 17 de Agosto. Donde se veían pancartas anticuarentena y se planteaba la inexistencia del virus, que ya se cobró la vida de más de 6 mil compatriotas. Grupos minúsculos totalmente sobrerrepresentados por los medios, pero que a su vez son absorbidos y capitalizados de manera muy astuta por la Oposición. Porque al momento de contar votos, ya sabemos, no hay coronavirus que valga. Los que antes fueron Nisman, el Campo o Clarín; ahora son Paolo Rocca, Vicentín y hasta Google. ¿Quiénes son los que marcharon?


Son ese núcleo duro antiperonista de la derecha más rancia, egoísta e irracional. Que históricamente en las elecciones obtiene alrededor del 30%. Que en la Argentina únicamente supo llegar al poder con golpes de estado, hasta que en 2008 se sublevó en el conflicto por las retenciones y encontró representatividad en Mauricio Macri. Personas de una clase social aposentada, de un rango etario avanzado y geográficamente localizadas en Capital Federal, Zona Norte e interior de Buenos Aires, y provincias como Córdoba o Mendoza. Con una identidad de tinte individualista, que considera que solamente existen dos tipos de libertades: las suyas y las del mercado. Todo lo que exceda estos propósitos es entendido como un atentado contra su albedrío. Y si bien la extensa fila de vehículos puede aparentar una convocatoria masiva, lo cierto es que no simboliza un mayor caudal de votos al ya contabilizado. Los espejos de los probadores normalmente engañan. Dicho con otras palabras, si las legislativas fueran mañana los resultados no diferirían sustancialmente de lo ocurrido en 2019.  ¿Qué es lo que reclaman?


Van a reclamar cada una de las medidas que proponga el Frente de Todos mientras gobierne. Con algunas particularidades que no pueden ser dejadas de lado en el análisis. La primera es que la inesperada paliza en las PASO fue contraproducente, porque generó una percepción en la ciudadanía de que Alberto Fernández ya era el presidente electo. Por lo tanto terminó asumiendo de manera ficticia en agosto y no en diciembre, malogrando los primeros meses de gracia que suelen tener las nuevas autoridades. A las pruebas me remito cuando contabilizo 3 convocatorias contra el Gobierno en tan solo 8 meses de gestión, y considerando que estamos en una pandemia. Y la segunda y principal es que para este grupo disidente, el Kirchnerismo no gobernó 12 años, gobernó 16. Porque Cambiemos a pesar de su triunfo en 2015 siguió administrándose en el poder como oposición. Con el falso discurso de la pesada herencia y la utilización indiscriminada del lawfare, instaló la sensación de que la “Yegua” nunca se fue. Y Cristina Fernández no solo se fue, sino que volvió y les ganó. ¿Tienen futuro político?


Poco. El fraccionamiento hoy es mucho más agudo en Juntos por el Cambio que en el Frente de Todos. Indiscutiblemente en los polos de la política nacional están Cristina y Macri; y en el centro confluyen Alberto y Horacio Rodríguez Larreta. Pero entre Cristina y Alberto hay puntos medios, como es el caso de Sergio Massa por ejemplo. Incluso Máximo Kirchner, que más allá de responder a su madre, ha mostrado un costado dialoguista heredado de Néstor. En un sentido similar podríamos sumar a Axel Kicillof, que entabló una muy buena relación con el presidente producto de la pandemia. Sin embargo, en Cambiemos ocurre lo contrario. En un sector de la granja encontramos un intento por “bolsonarizarse” de Macri-Bullrich-Pichetto y por otro lado las ganas de aprender a volar de Larreta-Santilli-Vidal. Mientras tanto, sus adeptos rompen los huevos con consignas sanmartinianas y violan irresponsablemente la cuarentena poniéndonos en riesgo. Pero como decía el Libertador de América: “La conciencia es el mejor juez que tiene una persona de bien”. Y para poder dormir, hay que estar tranquilo con uno mismo.



Cristian Mileto


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