¡A VIVIR QUE SON DOS DÍAS!

Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado celebraron sus 15 años con un show por streaming “Desde los satélites”. El concierto fue a beneficio de La Garganta Poderosa, una organización social que atiende a los desangelados. Tras una previa distinta, pero en la que no escasearon ni la birra ni el fernet, la transmisión arrancó con el documental “Con los puños en alto” donde los músicos y el staff técnico contaron sus vivencias junto a Solari. Pasadas las 21,  la cita dio comienzo con los acordes de Tomasito podés verme? Tomasito podés oírme? Después de 6 meses de esta pesadilla distópica, denominada coronavirus, creo hablar por todos si digo que teníamos la imperiosa necesidad de desatar nuestra tormenta que va a tronar por el dolor. Curiosamente el último momento grato pre-pandemia fue el recital en el Malvinas y luego ningún recuerdo… nada… nada. Días de angustia, de encierro, de incertidumbre. Hasta que en medio de las llamas, enardece la inconfundible voz del Indio y no da respiro al caníbal que hay en mí. La puesta en escena estuvo acorde a una banda que ha logrado algo inimaginable: estar a la altura del mito.


Nunca pude llorar, ni soñar al dormir. El insomnio es un huésped constante por estas noches. Y no queda más remedio que aferrarme a la alegría por la que mi mundo gira. O dicho con otras palabras, disfrutar los placeres que me quedan sin dañar. Mientras tanto, debo admitir que me sueño durmiendo, a veces durmiendo y soñando. Desvelado ante la pregunta ¿cómo será andar solito allá en la muerte? Espero que al menos sea cierto eso de que al morir crecemos mucho más que todas las galaxias. La pandemia vino a restringir nuestro albedrío, pero por suerte la libertad no es fanática. Aunque reconozco que me siento preso en mi ciudad. No debo ser el único, todas nuestras historias ya son sufrientes. Sin embargo, luciré la risa más ingenua sin dudar. Para disimular que la vida se ve demasiado gris sin deseos. Entonces cantémosle a Susanita, si a nadie le amarga un dulce. Y si de dulces hablamos, qué mejor que expulsar el demonio con un dedalito de caña, soplada y este ritmo zumbador. Por más que también las despedidas sean esos dolores dulces. En definitiva, estamos todos atrapados en Honolulu.


Finalmente uno aprende los secretos de esta vida.  Guardados meticulosamente en cada letra. Se me hizo piedra el corazón, (respiro igual). Carlitos confiesa que ya no está para subirse al escenario y ser el Indio Solari. Voy enfrentando su sinceridad. Qué más da, a la distancia va a seguir soplando brasas en nuestros corazones. Por una pantalla, por redes sociales o desde el más allá. Y ahora tiro yo porque me toca. Luchar contra Mr. Parkinson no debe ser fácil. Pero ya sufriste cosas mejores que éstas. Nos tenés a tu lado, pensando en vos siempre. Porque nadie es capaz de matarte en nuestras almas. Viru nos cuenta que estás feliz, es sólo un rocanrol del país. Atrás quedaron los muertos sin alma que te quisieron juzgar. Y al igual que la muchachita de Los Toldos, dejaste jirones de tu vida aquí. Quedate, aún queda mucho por batallar contra esos jodidos, que retienen la vida un poquito nada más. Gracias por esta caricia al alma, yo sé que vos vas a regresar. Algún día le podré contar a mis nietos que fui contemporáneo al Indio Solari. Que salté en el pogo más grande del mundo. Que fui feliz. No lo soñé.

Cristian Mileto




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